El líquido anticongelante o refrigerante —se pueden usar indistintamente ambos términos, si bien lo de "anticongelante" es una más de sus propiedades—. es de vital importancia para el correcto funcionamiento de la mecánica de tu coche.
Aunque esto depende del fabricante, como norma general, el líquido refrigerante se debe cambiar cada dos años o cada 40.000 kilómetros si queremos mantener en correcto estado el circuito de refrigeración y el líquido con las propiedades requeridas por la mecánica.
¿Cuál es su función?
La misión del líquido refrigerante es bastante simple. Se trata de un líquido diseñado para absorber el exceso de calor del motor, de forma que se mantenga en su temperatura ideal de servicio que se encuentra en los 90-100ºC.
Además este refrigerante debe funcionar correctamente en el rango de temperaturas de uso del coche, o lo que es lo mismo, debe funcionar en nuestra región por mucho calor o frío que haga. Todos estos requisitos van a definir exactamente cómo es el líquido refrigerante, y por qué, además, es tan importante su característica anticongelante.
¿Se puede usar agua como anticongelante?
Hasta no hace mucho el agua era el principal refrigerante de los coches. Pero, como podemos imaginar, si ahora no se utiliza será por algo, y ese algo es que a pesar de tener las mejores propiedades en cuanto a disipación de calor, su punto de congelación y de ebullición la hacen inservible como buen líquido refrigerante (el punto de ebullición es de 100ºC y el punto de congelación es de 0ºC).
Además, el hecho de que el agua se congele a temperaturas de 0ºC hace que debido a las bajas temperaturas que se pueden experimentar en invierno en algunas zonas, no resulte el mejor refrigerante —puede causar roturas en manguitos, bomba de agua o conexiones si llega a congelarse y expandirse—.
Asimismo, el agua por sí misma corroería el metal sin remedio, por lo que se hace necesario sustituir el agua por algún líquido capaz de contrarrestar esos defectos, sin que la capacidad de absorber calor se vea demasiado mermada.
De este modo, al agua destilada se le añaden una cantidad bastante amplia de aditivos que consiguen bajar la temperatura de congelación del líquido, y elevar la de ebullición, además de corregir esa tendencia a la corrosión. Y ahí entra la parte interesante: el anticongelante.
El etilenglicol es, en realidad, el famoso anticongelante. No lo encontraremos 100% puro, sino en distintos porcentajes, puesto que además de etilenglicol nos encontraremos aditivos como: antiespumantes, conservantes, colorantes, antioxidantes, inhibidores de corrosión,…
Esto significa que el anticongelante más concentrado del mercado ya viene con los aditivos que proporcionan la durabilidad necesaria.
¿Es importante el color del líquido refrigerante?
El color del anticongelante o refrigerante no indica, de por sí, unas cualidades determinadas, ni influye en sus propiedades o rendimiento. Simplemente permite identificar rápidamente el líquido si existiese una fuga, cosa que no es nada habitual, pero que si sucede conviene detectar a tiempo.
Recuerda que las fugas de cualquier líquido pueden suponer una falta grave en la ITV y esto hacer que te den la ITV negativa.
¿Por qué hay que sustituirlo periodicamente?
La razón es bien sencilla, y no es porque el líquido pierda esa capacidad anticongelante. Es porque otras propiedades se deterioran, como por ejemplo la anticorrosiva, y en general las de protección.
Es decir, con el tiempo el anticongelante sigue funcionando, pero va a tender a estropear algunas piezas del sistema de refrigeración, dañando internamente componentes como el radiador, el termostato, la bomba del agua, etc. Por esa razón ha de cambiarse cada dos años, o 40.000 km.
¿Anticongelante orgánico, o inorgánico?
Los anticongelantes orgánicos tienen grandes ventajas sobre los inorgánicos, en especial en cuanto a lo que se refiere a la durabilidad, siendo normal que dupliquen en kilometraje anual a los refrigerantes inorgánicos.
Estos refrigerantes orgánicos incorporan aditivos de protección que son más versátiles y efectivos que los tradicionales, protegiendo tanto al aluminio como a otros materiales como plásticos, por ejemplo, de los peligros de la corrosión.
Por su propia naturaleza, un refrigerante orgánico no debe mezclarse con uno inorgánico y tiene como principales ventajas una mayor duración; son más 'amigables' con el medioambiente (no contienen nitratos, nitritos ni aminas; silicatos; boratos, benzoatos ni fosfatos); generan menos depósitos; tienen una baja conductividad eléctrica, y ofrecen mayor protección frente a la cavitación (formación de burbujas) y a la corrosión.
El líquido refrigerante tiene una importante función tanto en verano como en invierno. De ahí la importancia de sustituirlo regularmente y comprobar su nivel de forma periódica. Y si tienes dudas, recuerda que en tus Talleres de Confianza estamos para ayudarte. Pon en manos de nuestros profesionales el mantenimiento o reparación de tu vehículo ¡Encuentra tu Taller de Confianza más cercano!