Las Voyager I y II son, probablemente, las sondas más conocidas del planeta, pues son la invención humana que más lejos ha llegado en el espacio. Sin embargo, ¿sabías que otra sonda es casi tan importante para el funcionamiento de tu coche?
Las normas anticontaminación, cada vez más restrictivas, obligan a los fabricantes de vehículos a incorporar sistemas que reduzcan las emisiones contaminantes a la atmósfera.
La normativa EURO nació en 1988, pero fue en 1992 cuando se hizo mas restrictiva, obligando a reducir las emisiones con medidas especificas como la incorporación de catalizadores, la eliminación del plomo en las gasolinas, la reducción de cilindradas, el aumento del número de marchas en las cajas de cambio y el montaje de sensores y sondas para analizar los gases de escape; y cuya finalidad no es otra que reducir el régimen del motor y, así, bajar el consumo y la contaminación.
¿Qué es la sonda lambda?
La sonda lambda, llamada comúnmente 'sensor de oxígeno', tiene la misión de medir la concentración de oxígeno en los gases de escape para que el motor adapte la mezcla de aire-combustible, consiguiendo con ello, que la combustión del motor sea la correcta, haciendo que se reduzca el consumo y, por tanto, las emisiones contaminantes.
La sonda lambda, normalmente, está formada por un cuerpo cerámico de dióxido de circonio (también las hay de titanio), el cual está recubierto por una capa de platino y cerrado en un extremo, alojado todo en un tubo metálico que le sirve de protección y de casquillo para poder montar en el colector de escape. El exterior de la parte cerámica es el que está expuesto a los gases de escape, mientras que la parte interior está comunicada con el aire exterior mediante un orificio en toma constante con la atmósfera, para analizar la diferencia de oxígeno.
Durante su funcionamiento, una superficie queda expuesta al flujo de los gases de escape, y la otra está expuesta a la atmósfera. Si al analizar los gases de escape, la sonda lambda detecta que hay exceso de oxigeno, significa que la mezcla aire-combustible que se está quemando en el interior del cilindro, tiene exceso de aire, pero si la cantidad es baja quiere decir que la mezcla del motor es perfecta.
Para que el funcionamiento de la sonda lambda sea correcto y pueda comenzar a medir la cantidad de oxigeno que sacan los gases de escape, necesita alcanzar una temperatura de unos 300ºC. Según el modelo de sonda lambda, puede llevar incorporada una resistencia interna o carecer de ella, e ir colocada lo más cercana de los colectores de escape, para que coja la temperatura de funcionamiento lo antes posible y poder analizar los gases más rápidamente.
Síntomas de una sonda lambda en mal estado
¿Tu coche huele a huevo podrido? Ese es uno de los síntomas de una sonda lambda defectuosa ¿Por qué? Si la mezcla de aire y combustible es pobre, el oxígeno puede permanecer en el convertidor catalítico cuando se apaga el motor. Ahí, el oxígeno reacciona con los gases de escape y cuando se vuelve a arrancar pasado un tiempo, puede aparecer ese mal olor.
Si la sonda lambda está empezando a dar problemas, no se enviarán datos a la ECU del coche, por lo que utilizará información defectuosa. Lo más probable es que esto aumente el consumo de combustible y, posteriormente, las emisiones contaminantes. También podemos notar que el coche vibra al arrancar o que no responde como solía al acelerar fuertemente.
Otros síntomas de fallo pueden ser un ralentí brusco; una avería en el convertidor catalítico, que haga disminuir la potencia del motor drásticamente; y el síntoma más claro: que se encienda el indicador luminoso del cuadro de instrumentos del coche.
¿Qué provoca su avería?
- Que esté expuesta a vibraciones, a temperaturas extremadamente altas o que sufra daños de algún tipo.
- Por distintos tipos de contaminación: del combustible, del líquido anticongelante, de los aditivos para el motor, de aceite o plomo...
Una sonda lambda suele durar unos 150-160.000 kilómetros. Sin embargo, este intervalo puede ser menor en función de esos factores que pueden dañarla, principalmente por anomalías provenientes del motor, o por fugas del escape, y que pueden acortar su vida útil.
Si notas alguno de los síntomas mencionados, es recomendable que acudas a tu Taller de Confianza donde podrán comprobar si el fallo procede de la sonda o de otro componente ¿Necesitas ayuda profesional? Ponte en manos de los profesionales de los talleres asociados a Asetra ¡Encuentra tu Taller de Confianza más cercano!