Una de las primeras cosas que aprendemos cuando nos sacamos el carné de conducir es a dominar los pedales ¿Lo haces de forma correcta o estás contribuyendo a generar averías?
Aunque es en la autoescuela donde aprendemos a usar los pedales, a utilizarlos de manera efectiva y segura se aprende con el paso del tiempo y de los kilómetros recorridos. Y, aún así, hay muchos conductores que nunca llegan a sacar todo el partido de este componente tan importante del vehículo.
De hecho, el mal uso puede desencadenar en cuantiosas facturas del taller. Por ejemplo, la sustitución del embrague y su instalación es un proceso complicado, y su sustitución puede llegar, incluso, a las cuatro cifras.
Los pedales del coche
Empecemos por lo básico ¿Para qué sirve cada uno de los pedales del coche?
- Acelerador: regula el paso de carburante a los cilindros para adecuar la potencia del motor. Por tanto, su uso determina el movimiento del vehículo... y también el consumo. Y, además, condiciona el uso de los demás mandos: si se abusa del acelerador, será necesario pisar más veces los otros dos pedales. Así, para manejar el acelerador con eficacia es necesario saber cuándo y cuánto pisarlo. En ocasiones, su 'no uso' también es un uso seguro e inteligente: si levantas un poco el pie del acelerador antes de llegar a curvas, retenciones y semáforos en rojo, reducirá el uso del pedal y el consumo de combustible.
- Freno: permite detener el vehículo, adecuar su velocidad y mantener la distancia de seguridad con otros vehículos. Los expertos en conducción subrayan que el freno debe usarse en su justa medida, sin excesos, con suavidad, aplicando la presión necesaria: adquirir ese 'tacto' al pisar el pedal es útil en frenadas importantes y para hacer cómoda la marcha a sus pasajeros. Por otra parte, el pedal de freno es actualmente el más asistido por ayudas electrónicas, que actúan tanto si se usa por exceso como por defecto.
Y el tercer pedal (para los coches con cambio manual9:
- Embrague: acopla y desacopla el motor a la caja de velocidades. Se usa para cambiar de marcha, pisándolo hasta el fondo y soltándolo suave y progresivamente. En el manejo del pedal de embrague también es importante dominar el 'punto de fricción' -disco de embrague y volante de inercia conectan y se transmite el movimiento- para controlar el vehículo al iniciar la marcha en pendientes ascendentes pronunciadas, en estacionamientos y realizar una conducción cómoda y suave.
Cómo usarlos de forma eficiente
Aunque puede parecer algo trivial, de un buen uso de los pedales del coche se derivan inmediatamente dos beneficios: el primero en cuanto a la seguridad activa ya que tendremos menos posibilidades de sufrir un accidente; y el segundo para nuestro bolsillo ya que el coche sufrirá menos y por lo tanto tendremos menos averías mecánicas.
Uso correcto del acelerador
Cuánto más suaves seamos con el acelerador, menos consumirá el coche. Si no abusamos de él, como decíamos, no tendremos que usar tanto los otros dos (no necesitaremos frenar tanto ni cambiar tan a menudo de marcha).
Eso sí, en determinadas situaciones es indispensable hacer uso de él por completo, sobre todo, en determinadas maniobras en las que hacerlas en el menor tiempo posible es fundamental (incorporaciones, adelantamientos...).
Uso correcto del freno
Como el acelerador, debemos usarlo en su justa medida y sin abusar de él en exceso. Intentaremos ser suaves en función de la potencia de frenado que necesitemos. Al final, cuando casi estemos parados, liberaremos presión para evitar realizar una parada brusca.
De esta forma, los amortiguadores delanteros recobrarán su longitud (al frenar se comprimen) antes de que las ruedas estén completamente paradas y la energía liberada no llegará de una forma tan notable al habitáculo.
Uso correcto del embrague
El embrague es el pedal que tiene un mecanismo más complejo y quizás sea el más difícil de utilizar de los tres. Por ello sólo debemos usarlo cuando sea necesario y erradicar la costumbre de circular con el pie encima de él.
Lo usaremos para cambiar de marcha, pisando hasta el fondo para luego soltarlo de forma progresiva. Debemos ser capaces de sentir dónde los discos de embrague hacen contacto, ya que nos ayudará a cambiar de una forma mucho más suave, sin acelerones en vacío.
Acelerar demasiado el coche con el pedal de embrague a medio recorrido es una tortura para la mecánica. Cuánto menos necesitemos acelerar, mejor. Y si no necesitamos ni tan siquiera tocar el acelerador (como para maniobras de estacionamientos), el desgaste será mínimo.
De igual forma en cuestas, el miedo a que el coche se nos vaya hacia atrás provoca que a veces forcemos demasiado el embrague ¿Cómo hacerlo bien, entonces? Primero, con el freno pisado, accionaremos el embrague e insertaremos la primera velocidad. A continuación, soltaremos levemente el embrague hasta que notemos un pequeño tirón en el coche. En ese momento, si seguimos soltando las revoluciones caerán por debajo del ralentí y el coche se calará.
Pues bien, en ese instante que comentamos que el coche sufre un pequeño tirón, si soltamos el freno el vehículo comenzará a caminar si estamos en llano. Por el contrario, si estamos en una pendiente se nos mantendrá en el sitio como por arte de magia. Ya sólo nos queda acelerar un poco a la vez que soltamos un poco más el embrague y ya estaremos en movimiento.
Si no acabamos de pillarle el truco, podemos usar el freno de mano o estacionamiento. Lo echaremos, meteremos primera y jugaremos con el freno y el embrague hasta que el coche empiece a agacharse de detrás. En ese instante quitaremos el freno de mano y avanzaremos.
La revista Tráfico y Seguridad Vial publica un artículo en el que puedes encontar esta útil infografía.
Usa adecaudamente los pedales de coche y revísalo de forma periódica. En especial, aquellos elementos básicos de mantenimiento como batería, frenos, amortiguadores, neumáticos... Y si necesitas ayuda, confía en los profesionales de tus Talleres de Confianza ¡Encuentra el tuyo!